Principio Activo, Materia Mòvil, Fundación Osde, 2018


Una arquitectura es una temporalidad.
Una dinámica de la acción en la práctica sobre un objeto establece otra temporalidad, móvil.
Una materialidad hecha de dobleces irreflexivos en progresión y desplazamiento.
Un encuentro de ejercicios sobre el material.
Un proceso de pensamiento físico.
Un cuerpo que impone un pulso y una presión.
Un lugar y un movimiento en el tiempo.

Cada acción sobre el papel va dejando atrás otra, estableciendo una lógica constructiva. Se produce una acción transitiva sobre el papel, un tanto espontánea, un tanto precisa, por momentos evasiva. El proceso establece un carácter sucesivo del trabajo que parece no tener fin. Un simulacro de movimiento.

La propia obra es al mismo tiempo el objeto elaborado y el proceso de producirlo.
Valeria Traversa, 2018

Principio activo - Materia móvil
Una colección de papeles de diferentes colores, texturas y formas se ubican sobre una gran mesa, exhibidos. El conjunto aparenta ser vulnerable al cambio y al movimiento como si, de un momento a otro, los papeles pudieran adquirir un nuevo estatuto e integrar otro escenario. La instalación inicia Principio activo - Materia móvil la intervención de Valeria Traversa en “Salitas”, uno de los espacios de la Fundación OSDE que funciona como satélite de la muestra principal.

“Una arquitectura es una temporalidad” afirma la artista en su texto y, en esa pequeña oración, se permite condensar el trabajo que viene realizando desde hace varios años sobre su medio predilecto: el papel. La materia deja de ser soporte para transformarse en un lenguaje que adquiere dinamismo propio según se presente empapelando con sus dobleces una gran pared, entregándose al vértigo de una acción que se registra en una escena de video o participando del carácter móvil de su sustancia. El cuerpo, tanto de la materia como de la acción de la artista sobre ésta, adquiere presencia en las numerosas características de los papeles: brillantes, opacos, pliegos frágiles, duros, almidonados, recortados de manera asimétrica, doblados, atravesados. “Cada acción sobre el papel va dejando atrás otra, estableciendo una lógica constructiva. Se produce una acción transitiva sobre el papel, un tanto espontánea, un tanto precisa, por momentos evasiva. El proceso establece un carácter sucesivo del trabajo que parece no tener fin. Un simulacro de movimiento”.

La obra como proceso y el proceso como obra se hacen patentes en el video que acompaña la instalación. La representación del papel es difusa, la forma pierde sustancia y se vuelve actividad sonora con el ruido de los instrumentos sobre el material: cortando, plegando, torciendo. Sin embargo, no hay presencia humana en el registro solamente el efecto que producen los ejercicios físicos sobre el papel. El impulso es acción y avanza hacia delante en un constante ir y venir. En otra oportunidad, Traversa había presentado Dibujo en tránsito, un video en el cual registraba las líneas frenéticas que realizaba sobre unos cuadernos mientras caminaba por la calle. La acción deliberada daba paso a un composición indeterminada que cambiaba con el paso del tiempo. En estos encuentros con el material el pensamiento se vuelve objeto, ejercita el desplazamiento de sí y da como resultado una obra abierta que hace del proceso su principio activo.

Sumada a la instalación y al video, Valeria Traversa exhibe lo que ya es su signo de identidad: una pared flotante de papeles madera plegados y vueltos a abrir que, en esta oportunidad, se adosan a las columnas de mármol que son parte arquitectura clásica de la sala. En su juntura, la fragilidad del papel y la firmeza del mármol transcriben el contraste de una puesta en escena que apela a constituirse en el ritual de una experiencia permanente que coleccione movimientos, marchas y contramarchas, sobre la superficie del papel.

Lorena Alfonso

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